lunes, 14 de diciembre de 2009

De vuelta

Somos tan diferentes que hasta caminamos distintos. Había olvidado lo relajado que bailaban nuestros brazos alrededor de nuestro cuerpo. Había olvidado lo fácil que podíamos comenzar una conversación con el vecino de silla. Había olvidado lo rico que nos podías reír.
Todo quedó en un recuerdo más bien obligado a guardarse en un sitio seguro, en una gaveta de las que tienen las correderas forzadas y no abre con facilidad. Era la única manera de evitar la herida, de convencerme que el sólo el futuro resultaba mejor. Que el presente era un preparativo y que definitivamente me estaba librando de un pasado peligroso y frustrante.
Las decisiones tomadas las asumo. Las metas logradas las agradezco, pero las calles que dejé atrás las recordaré por siempre como un espacio que me pertenece. Eso no me lo quita nadie.